MINISTERIO ONE WAY HOME
El joven y la búsqueda de identidad
Por: Lic. José Martínez Ulloa
El comportamiento de los seres humanos, por lo general, es fruto de lo que ocurre en las etapas previas de formación y consolidación de la personalidad. Entre estas etapas están la infancia, la niñez y la adolescencia.
Ahora bien, la adolescencia es una etapa crítica de la vida caracterizada por profundas transiciones en la conducta emocional, intelectual, sexual y social de los seres humanos. El mundo exterior y la sociedad que los rodea, ambos también en estado de transición, aportan factores que influyen en el proceso de transformación de la personalidad de los adolescentes.
Notamos entonces, que en dicha transformación se distinguen dos elementos, uno positivo: la fuerza ascendente de la personalidad que se acentúa, así como de la vitalidad que se abre paso, y uno negativo: la falta de experiencia sobre la realidad. Como consecuencia de este aspecto negativo, el período de la adolescencia se desarrolla en un marco de inseguridades, pérdidas, duelos, así como angustias y temores que condicionan el comportamiento individual y/o social de los jóvenes.
La pregunta que surge aquí es obvia, ¿de que depende el atravesar airoso o airosa una etapa de cambio? Será necesario pensar en los elementos que deben estar presentes para que el o la adolescente supere esta etapa transitoria de manera exitosa, sin caer en el grave peligro de quedar atrapado o atrapada en esquemas rígidos que en adelante llamaremos presión de grupo.
Esta presión está caracterizada por las acciones que provienen del entorno del adolescente y que ejerce influencia en una personalidad en formación. Por un lado, existe una presión que “le hace estar obligado u obligada” a asumir los roles del grupo, que se convierten en una tentación permanente para la presencia en el mundo adolescente (perspectiva negativa). Por otro lado, la presión del grupo puede conducir (en perspectiva positiva), a que el adolescente procure distanciarse en forma real de la etapa de la niñez, incorporando los insumos que provienen de un acompañamiento sano por parte de la familia (sus padres u otros) y así ir tomando posesión del espacio en donde pruebe que ha iniciado, en libertad y con carácter, una consolidación de identidad personal.
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